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Quién se acuerda de los viejos? Crônica de Ricardo Steimberg (en español)

21 jan 2014 às 12:02

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Retrato de Anthony Hopkins do desenhista Jorge Bohaczuk. -
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A través de toda la Historia, la gente mayor siempre fue respetada, querida, y continuamente consultada antes de tomar una decisión importante, debido a su sabiduría. Sin embargo, en la actualidad, esa costumbre ha quedado en el olvido. Las nuevas generaciones han optado por ignorarlos. Después que se supera los 50 años, comienza el lento proceso de ser relegado, primero dentro de la familia, y luego por la sociedad en su conjunto.

Si pierde su empleo, comienza un penoso y humillante peregrinaje sinfín. Debe competir en desventaja con jovencitos que podrían llegar a ser sus nietos. Esta capacitado para hacer ó dirigir infinidad de tareas, pero se prefiere a gente sin experiencia y a la que se le paga la mitad de lo que "el viejo" vale. La ignorancia permite que se lo discrimine y hasta se burlen de su virilidad.

Es normal escuchar que su opinión no tiene validez, está pasado de moda, no sabe nada, solo dice macanadas, sus historias aburren y sirven para dormir a las criaturas, se ha vuelto torpe, y camina muy lento. Hay que darle vasos de plástico para que no los rompa. Está enfermo y sus remedios son demasiado caros, en fin, todo lo que hace molesta.

No existe un lugar apropiado en la casa para ellos, de haberlo, que sea bien en el fondo, lejos de nuestra vista, cosa que no estorbe. Pero en caso que el viejo ya sea un verdadero problema, se lo manda una semana en la casa de un hijo, la semana siguiente en la casa de otro y así lo tienen al pobre "como maleta de loco".

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Los que tienen posibilidades económicas, lo sepultan en vida en algún asilo. Estas y otras cosas peores se las puede ver y oír, donde quiera que uno va. Después de trabajar toda una vida, gana como premio una injusta y mísera jubilación con una pésima atención en el IPS ó en un Centro de Salud. El olvido y el prejuicio de sus parientes y vecinos se hacen más notorios, a medida que avanza la edad. A veces un extraño se apiada y lo escucha o simula hacerlo. Nadie quiere comer con ellos, hacen demasiado ruido cuando toman un caldo y se ensucian peor que una criatura con los fideos.

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Ya no se arreglan como antes y si lo hacen, parecen un retrato sacado de un museo. Molesta cuando arrastra sus pies, quizás por temor a caerse. Sin embargo, poseen algo que los jóvenes no tienen, algo que evita derramar lágrimas de angustia y dolor y elude los amargos sinsabores: eso se llama experiencia, algo que no se compra en el almacén, se adquiere a fuerza de golpes que la vida misma se encarga de dártelos.

Quien comete el pecado de olvidarse de los ancianos, no merece tener futuro, El pueblo que no protege a sus mayores siempre pierde el rumbo y nunca llega a ningún lado. Eso sucede con nuestro país que es indiferente con la suerte de los ancianos indígenas, y su rico conocimiento y que es muy probable que se pierda como otras tantas cosas.


De nuestros queridos héroes vivientes, los "chakore", que vemos mendigar cada treinta días, algo ganado por hecho y por derecho. Los políticos se acuerdan de ellos solo en vísperas de elecciones y ahí sí, les llueven promesas que nunca cumplirán. Una forma de respetarlos y devolverles su dignidad es darles pequeños trabajos de poca responsabilidad, eso los haría sentirse útiles y ganar nuevamente confianza en sí mismos.

Si los jóvenes piensan que el tiempo se ha detenido, están en un grave error. Sin darse cuenta, el futuro, que parece tan lejano, fatalmente se les vendrá encima y cuando despierten una mañana y se miren en el espejo y vean que su rostro se ha llenado de arrugas, sus cabellos se han vuelto blancos, su pulso ya no sea tan firme y su cuerpo no es el de épocas pasadas, entenderán mis palabras pero ya será demasiado tarde, la historia se repetirá cruelmente otra vez pero con ellos.
Ricardo Steimberg é escritor.


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